Chuparse el dedo y su impacto en los dientes


La mayoría de los niños se chupan el dedo cuando son más pequeños y nos resulta entrañable y adorable. Los niños tienden a chuparse el dedo cuando están nerviosos o asustados, y puede ser una fuente de consuelo para ellos y tener el mismo efecto que una manta. Pero no es hasta que envejecen que puede tener un impacto negativo en sus dientes. Cuando chuparse el dedo se convierte en un hábito irrompible, la intervención temprana es clave para prevenir daños permanentes en la boca de los niños y en sus dientes permanentes.

La edad promedio para chuparse el dedo es de dos a cuatro años. La mayoría de los niños se detendrán por sí mismos, justo en el momento en que comienzan a salir sus dientes permanentes. Pero algunos niños encontrarán que el hábito es casi imposible de romper y se chuparán el dedo hasta que se lleve a cabo la intervención. La razón por la que es tan malo para diente permanente es que deforma la mandíbula, que luego habrá que corregir con aparatos ortopédicos o mediante cirugía. La presión constante de chuparse el pulgar empujará el techo de la boca hacia arriba de una manera que desalineará la mandíbula y hará que los dientes frontales se empujen hacia adelante. Los casos muy graves darán como resultado problemas con los patrones del habla, como un ceceo. Hay formas en que un padre puede ayudar a prevenir estos resultados.

Refuerzo positivo

La mayoría de los niños mayores de seis años quieren dejar de chuparse el dedo, simplemente no saben cómo hacerlo. Meterlos en problemas o sacarles el dedo de la boca puede hacer que el niño sea terco y quiera chuparse más el dedo. Mantener una relación positiva con sus hijos y tenerlos a bordo y querer dejar de fumar hará que sea una gran experiencia de aprendizaje. Observar cuando los niños se chupan el dedo, como si estuvieran nerviosos o se fueran a dormir, puede permitirle anticipar sus necesidades y reemplazar el hecho de chuparse el dedo con otra cosa, como una manta o un abrazo. El uso de una tabla de progreso con una recompensa adjunta también puede motivar a los niños a querer dejar de fumar por sí mismos.

Opciones alternativas

Si las recompensas y el refuerzo positivo no funcionan, entonces hay otras formas que obligarán al niño a dejar de fumar. Ponerle un calcetín en el pulgar por la noche ayudará si necesita chuparse el dedo para conciliar el sueño. Si el problema persiste, consulte a su dentista y él puede recomendarle el mejor curso de acción para su hijo. Pueden recetar un medicamento amargo para colocarlo en la uña del pulgar o colocar un dispositivo en la boca del niño llamado “barra palatina” o “cuna” que lo obligaría a dejar de succionar.

Chuparse el dedo es un lindo hábito que puede ser muy difícil de romper una vez que el niño crece. Puede causar impedimentos en el habla, una mandíbula desalineada y tiene estigmas sociales adjuntos. Los padres que son proactivos para que sus hijos dejen de chuparse el dedo pueden prevenir la mayoría de estos problemas, pero aún existen soluciones si su hijo ha desarrollado alguno de estos síntomas. No dude en ponerse en contacto con su dentista para las mejores opciones con respecto a la salud de su hijo.