Lecciones de la pandemia de COVID-19


Parece que estamos — ¡finalmente! — saliendo del caos de la pandemia de COVID-19, al menos en los EE. UU. El número total de casos y las hospitalizaciones continúan disminuyendo, especialmente entre las personas vacunadas y las comunidades altamente vacunadas. Ha habido una caída dramática en los casos de COVID en mi oficina, y las personas se sienten más cómodas saliendo y reuniéndose. No ha terminado, pero creo que es justo decir que estamos en el principio del fin. Si bien todavía hay mucho que aprender sobre COVID-19, algunas cosas se han aclarado. Hay lecciones que podemos aprender para que nuestra respuesta a la próxima crisis de salud pública sea más exitosa.

Las máscaras funcionan. Esto no se sabía al principio, y los mensajes mixtos retrasaron la aceptación y dejaron algunas dudas persistentes. Pero la ciencia es clara: las mascarillas ayudan a limitar la propagación de infecciones respiratorias como la COVID-19. No, no son perfectos. No, no son la única manera ni la mejor manera de detener una pandemia. Pero son una herramienta segura y útil como parte de una respuesta de salud pública.

Los bloqueos son una bolsa mixta. Los bloqueos ayudaron a limitar la propagación de COVID, o al menos la ralentizaron, especialmente en las fases iniciales de la pandemia. Pero hubo, y todavía hay, inconvenientes significativos. Las dificultades económicas causaron dificultades en el acceso y la asequibilidad de la atención médica y el cuidado infantil, y el aislamiento social fue una dificultad tremenda, especialmente para las personas mayores. Cerrar las escuelas durante meses fue un desastre para muchos niños, especialmente para los más vulnerables. Es posible que se necesiten bloqueos en el futuro, pero deben hacerse con mucho cuidado, centrándose en áreas pequeñas solo cuando sea necesario.

Cambios en la evidencia. Esto puede ser difícil de tragar. Pero el hecho de que los científicos estuvieran equivocados sobre ciertas cosas no significa que estuvieran equivocados. La evidencia cambia a medida que aprendemos más, y nuestros consejos y conclusiones también tienen que cambiar. Algunos ejemplos: la evidencia inicial llevó a algunos médicos bien intencionados a recomendar el uso de hidroxicloroquina para tratar la COVID, o centrarse en fregar y desinfectar las superficies para evitar la propagación de la COVID. Mejor, la evidencia posterior mostró que este consejo era incorrecto y que el consejo necesitaba cambiar. Demasiadas personas se concentraron en elegir equipos y tratar de demostrar que tenían razón en lugar de seguir la mejor evidencia a medida que se acumulaba.

Las vacunas de ARNm son geniales. La tecnología basada en ARNm había estado en desarrollo durante décadas, pero la velocidad a la que se reutilizó para programas masivos de desarrollo de vacunas fue asombrosa. La invención de vacunas increíblemente efectivas y seguras contra el COVID, literalmente en el lapso de unos pocos meses, será recordada como uno de los mayores triunfos de salud pública de la historia. Esa misma tecnología ya se está utilizando para desarrollar vacunas contra el VIH y vacunas mejoradas contra la influenza, y poderosos tratamientos para el cáncer y otras enfermedades.

Las desigualdades se magnifican en una crisis. El impacto desigual de COVID y sus complicaciones en las personas de color y los vecindarios económicamente desfavorecidos es una tragedia y una vergüenza nacional. El cierre de escuelas, negocios cerrados y la falta de acceso a la atención médica alimentaron una pesadilla que golpeó con más fuerza a los más vulnerables. Debemos hacerlo mejor.

Los mensajes de salud pública son difíciles pero cruciales. En un momento de crisis e incertidumbre, es especialmente importante que los líderes de salud pública se comuniquen con información que sea clara y práctica. Es un espacio público abarrotado, con artistas, políticos, científicos y líderes comunitarios que luchan para que se escuchen sus voces. A veces parecía que las personas con los peores consejos eran las que más se escuchaban, lo que generaba confusión y preocupaciones innecesarias. Amplificar la cordura es una parte necesaria de una respuesta a la crisis.

Esta no será la última crisis mundial de salud pública: volverá a ocurrir, tal vez con una infección que sea incluso más transmisible que la COVID-19. Tenemos lecciones que aprender de nuestra respuesta a esta pandemia. Lo sé: estamos cansados ​​y nos encantaría seguir adelante. Pero debemos dar un paso atrás y estudiar lo que sucedió para que podamos hacerlo mejor la próxima vez. No me refiero a señalar con el dedo, ya hay mucho de eso. Pero una mirada genuina, sincera y objetiva a lo que hemos aprendido es la mejor manera de prepararse para la próxima vez.

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Esta entrada se publicó el 12 de junio de 2021 a las 14:14 y está archivada en Problemas médicos. Puede suscribirse a través de RSS 2.0 a los comentarios de esta publicación. Puede comentar a continuación o vincular a esta URL permanente desde su propio sitio.